miércoles 04 de diciembre de 2024 - Edición Nº5357
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Vinos | 17 ago 2023

Por reducir su huella de carbono, una bodega mendocina exportó más a Europa y EEUU

Bodega Héctor Meli instaló un sistema solar fotovoltaico y otro para refrigerar agua que le permitió ser más eficiente en el uso de la energía y bajar costos.


En el Día del Empresario, decidimos rescatar la historia de Bodega Héctor Meli, la clásica empresa familiar mendocina que echó raíces a fines del siglo XIX de la mano de un pujante y visionario inmigrante, como los tantos que con su trabajo hicieron grande a Mendoza.

Siguiendo la huella trazada en esos lejanos años, hoy los herederos del italiano que fundó el próspero establecimiento, gracias a un crédito del Fondo para la Transformación y el Crecimiento (FTyC) contribuyeron a la sustentabilidad que promueve la Provincia desde lo ambiental.

Es que, gracias a la línea Inversión del órgano de crédito oficial, adquirieron un sistema solar fotovoltaico para generar energía eléctrica propia y un refrigerante de agua, lo cual no solo les permitió bajar costos sino también disminuir la huella de carbono.

Este último detalle no es menor, ya que al hacer de Bodega Héctor Meli un emprendimiento más amigable con el medioambiente, ello les otorga un valor agregado que facilita la exportación de sus vinos, principalmente a Europa y EEUU.

Las raíces  

Gerardo Meli, representante de la última generación de Bodega Héctor Meli, contó que la historia de su empresa nació a fines del siglo 19, cuando “mi bisabuelo vino de Parma y se estableció en Luján, donde trabajaba su primera finca con vid y donde empezó a elaborar su primer vino”.

Continuando su apasionado relato, contó que su antepasado, “en 1890, emigra al Valle de Uco, más precisamente a Tupungato, Villa Bastías, donde compró 2.000 hectáreas con lo que le quedó de la venta de las 30 hectáreas en Luján. Allí comenzó con ganado y aromáticas, en 1900 planta sus primeras vides y en 1908 construye su primera bodega”.

El empresario detalló que su bisabuelo levantó “una usina eléctrica, El Molino, para obtener su propia electricidad. Crece la finca y construye la bodega actual, con capacidad para 4 millones de litros. Una vez que llega la electricidad, se deja de usar la usina, y la bodega, a cargo de toda la familia, vendía vinos a granel”.

La reconversión

Gerardo recordó: “Hace unos 30 años, mi papá Héctor compra la bodega a toda la familia y comienza un proceso de reconversión para salir del negocio de volumen a uno de vinos de calidad. Comencé a trabajar yo y generamos una política de exportación. Hace unos 10 años comenzamos a exportar a granel con un proceso de certificación, con las patas ambiental, social y de calidad, siguiendo el protocolo de sustentabilidad de Bodegas de Argentina, con medición de huella de carbono”.

En ese marco explicó que, vía financiamiento del FTyC, “instalamos un refrigerante en el canal y levantamos un parque fotovoltaico de 30 kw. El crédito nos ayudó para bajar la huella de carbono y bajar costos”, consignó con determinación.

Así las cosas, actualmente Bodega Héctor Meli elabora “un millón de litros anuales de vino, de los cuales 30% son orgánicos. La mayor parte, malbec, aunque también producimos bonarda, torrontés y merlot. Exportamos principalmente a Europa y Estados Unidos, aunque también tenemos bodegas compradoras”.

Fiel al espíritu históricamente emprendedor, los Meli no se quedaron quietos y desde “hace dos años comenzamos un proyecto de embotellado. Nuestra marca ícono es Bajo Piedra, pensada en San José, Tupungato, a  1.200 m s. n. m., con mucha presencia de canto rodado que le da una característica especial a nuestro vino”.

Ampliando horizontes, Gerardo comenta que este semestre “saldremos con dos líneas de vino con variedades malbec, cabernet, chardonnay y vino naranjo, que viene del torrontés. Todo, con base en Tupungato, San José. La idea es que sea vino sustentable, con el packaging sustentable con huella de carbono baja”.

“Tasas lógicas”

Gerardo Meli detalló que, gracias a la línea Inversión del FTyC, su bodega pudo instalar “una planta solar que la diseñamos y trabajamos con la empresa Energe. La idea es suplir el 100% de nuestro consumo eléctrico. Hicimos un cálculo de los kw/h por año. Tomamos el financiamiento para pagar el equipo. Ha sido un éxito, ya que nos permitió bajar mucho la huella de carbono y tener beneficios con la tarifa de luz”. 

Asimismo, adquirieron un refrigerante para un canal de riego. “Aprovechamos -detalló Gerardo- las aguas de deshielo y vertiente que vienen a 15º C y, en un intercambiador, hacemos la refrigeración de la fermentación, haciendo un menor uso del equipo de frío y, por lo tanto, también ahí bajamos la huella de carbono”. 

“Frente a las propuestas crediticias reinantes en el mercado, el FTyC ofrece tasas lógicas que permiten hacer inversiones”, concluyó Meli.

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