

Frenos Oeste es una empresa familiar, con más de 70 años de trayectoria, que se encuentra sobre la lateral del Acceso Sur, km 8,5, de Carrodilla.
“En la década del 30, mi abuelo, quien fue un pionero en el rubro de frenos, consiguió la representación para Cuyo de Frenos Oeste (fábrica de equipos radicada en Buenos Aires). Al tiempo, la fábrica fundió y él decidió mantener la empresa en Mendoza con el mismo nombre. Yo siempre trabajé a su lado, luego viví unos años en Ushuaia y en 2011, volví a la provincia y me hice cargo de la compañía”, nos cuenta Cristian Lulic, actual director.
Hoy, el enfoque de Frenos Oeste es ofrecer un servicio integral de frenos para vehículos livianos, medianos y pesados.
“Desde nuestro laboratorio resolvemos la parte electroneumática de las unidades y tercerizamos trabajos de motor o electricidad cuando son requeridos por los clientes. Además, contamos con tecnología de vanguardia, con herramientas como rectificadoras de discos puestos, bancos de prueba de válvulas, escáneres originales y multimarcas. Instalamos sistemas ABS y EBS, parametrizamos y solucionamos problemas con garantía de calidad y optimización de tiempos”, destaca.
La apuesta por la sustentabilidad
Con el propósito de generar un impacto positivo, Frenos Oeste desarrolla ciertas iniciativas de cuidado medioambiental.
“Además de la capacitación semanal a nuestro equipo de trabajo, integrado por 12 personas, nos proponemos diferentes objetivos a cumplir en cuanto a sustentabilidad.
Uno de ellos fue la creación de una sala con protección acústica, que inauguramos el año pasado, para reducir la contaminación sonora de determinadas tareas y cuidar así, la salud auditiva de los colaboradores.
También apostamos por el cuidado del agua, una materia que estaba pendiente debido a la crisis hídrica que atraviesa la provincia y al alto consumo que teníamos (llegamos a destinar 900 litros por semana en el lavado de piezas).
Como primera medida, adquirimos una máquina lavadora de piezas de Buenos Aires que permite reutilizar el agua durante 15 días y luego desecharla. Luego de unos meses, su fabricante nos ofreció dar un paso más e instalar una recuperadora de agua con capacidad para tratar 5000 litros.
Esta máquina, una vez que trata el agua, alimenta a una hidrolavadora que funciona a alta temperatura y a la máquina adquirida previamente. El agua que se utiliza cae a una pileta y, cuando se llena, a través de una bomba sumergible, es trasladada a una planta recuperadora. Allí pasa por un filtro y un proceso de tratamiento con productos químicos; luego lo hace por otro filtro para finalmente volver a ser utilizada.
También incorporamos al proceso, el agua del lavado de manos, que proviene de la red, y desemboca en la misma pileta. De esta manera reutilizamos el 100 % del recurso hídrico, explica Cristian Lulic.
Si bien la máquina se activó en marzo, a mediados de octubre se parametrizó para que trabaje sola.
“Nos alegra ser pioneros en el rubro y trabajar bajo el concepto de ‘conciencia plena’. Estas iniciativas nos animan a ir por más y a contagiar a otros para que se sumen desde el lugar que les toca”, finaliza Cristian Lulic.