

Dos familias mendocinas vinculadas al mundo empresarial donaron un comedor comunitario a la Universidad Maza, en lo que desde la institución interpretan como un ejemplo de lo que se puede lograr si se coordinan esfuerzos entre el sector educativo y el empresariado.
Detrás de la iniciativa están las familias David y Bernardi, que aportaron fondos para que este viernes se abriera por primera vez el espacio en la sede universitaria ubicada en Bombal y Acceso este.
En 90 días se concretó esta obra que se levantó en el patio norte de la Sede Gran Mendoza, ubicada en Guaymallén, y que cuenta con 102 metros cuadrados de superficie en los que se distribuye un gran salón comedor de 80 m2, una cocina y dos baños, con antebaño compartido.
Rubén David, gerente de la empresa Oscar David, afirmó “Es un orgullo estar inaugurando este comedor para que todos los chicos que vengan a la Universidad tengan un lugar cómodo donde comer. Este es nuestro apoyo a la educación y a los estudiantes que se sacrifican y estudian. Porque necesitamos de ellos. Y esta es una manera de devolver a la sociedad todo lo que nos ha dado”.
Por otra parte, Bárbara Bernardi, nieta del fundador del Grupo LTN, “la educación es un tema fundamental que nos preocupa y nos ocupa. Por eso nos sumamos a este gran proyecto porque queremos seguir contribuyendo con la educación, siguiendo los valores que nos inculcaron en mi familia”.
“Este proyecto era una necesidad que teníamos pendiente desde hace un largo tiempo y dado el contexto económico no habíamos podido concretar por falta de recursos” explicó el rector Daniel Mirando y agregó “hoy este Comedor es una realidad gracias a la generosa contribución de las familias David y Bernardi, quienes hicieron posible el deseo de cientos de estudiantes de contar con un espacio como este”.
En los últimos años, la prioridad de la gestión fue llevar las carreras a otras regiones de la provincia, para que más jóvenes pudieran acceder a formarse en la universidad (lo que se logró a través de convenios con los municipios); y fortalecer y ampliar el programa de becas, ya que cada año aumenta la cantidad de solicitudes para acceder a la ayuda económica.
“Los estudiantes con limitaciones económicas que debían pasar largas jornadas en la universidad no contaban con un espacio confortable para realizar sus comidas. Lo hacían en los patios, a la intemperie o bajo gazebos, que en los meses fríos eran insuficientes para dar cobijo”, explicó Laura Horta, directora del Programa de Desarrollo Institucional, y agregó que “gracias a la voluntad y apoyo del equipo de gestión y a la sensibilidad de nuestros filántropos, hoy contamos con este magnífico comedor, totalmente equipado”.
El 6 de junio de 2024, impulsado por el Programa de Desarrollo Institucional, se conformó la Comunidad Filantrópica y a partir de ese momento empresarios y personas solidarias comenzaron a colaborar para el fondo de becas y otros proyectos que apuntan a mejorar las condiciones de los estudiantes con carencias económicas.
Fue entonces que la familia David y la familia Bernardi tomaron conocimiento de esta necesidad y motivados por ayudar a mejorar las condiciones de los estudiantes, decidieron que, a través de sus empresas Oscar David y Grupo LTN Friolatina, asumirían la construcción de este tan anhelado espacio.
Una obra sustentable con impacto social
La empresa Fonther, responsable de la ejecución de la obra, aplicó un sistema de construcción en seco con la utilización de productos LTN, que desarrolla el Grupo Friolatina, que consiste en paneles compuestos por chapa aislada y por dentro materiales que garantizan la rigidez y calidad de los muros.
“El planteo fue hacer un comedor sustentable, en el que la obra no consumiera agua y aplicar productos reciclados. Tanto para las fundaciones como para la impermeabilización con membrana líquida de los muros se utilizaron más 400 neumáticos”, explicó Hernán Fontana de Grupo Fonther.
La pintura, interior y exterior, del nuevo edificio estuvo a cargo de Ultra Tex. El equipamiento de la cocina fue provisto por la empresa Idea Amoblamientos y el mobiliario del comedor (mesas y sillas) fue donado por SEGAR S.A. El espacio exterior, jardines y canteros, también fue reacondicionado por la Ing. Jorgelina Freire, de Estación Verde.
También otras empresas, personas e instituciones colaboraron con diferentes insumos y servicios, tales como Agrícola Luján, Martín Olivieri, Abraham Gutérrez e Ignacio Haudet, de Ecoparque (Gbno, de Mendoza).
Laura Horta, quien llevó adelante las gestiones para hacer realidad este proyecto, expresó con entusiasmo “La solidaridad de nuestros filántropos y empresarios mendocinos nos inspira a seguir promoviendo este valioso espíritu altruista, por eso invitamos a la comunidad a ser parte de esta comunidad que enarbola valores de gran relevancia para que Mendoza crezca” y finalizó “Este espacio es un reflejo del esfuerzo conjunto de una comunidad que cree en la educación como motor de cambio.”
Impronta de solidaridad
Hace un par de semanas la Universidad Maza fue el principal centro de acopio y de distribución de las donaciones para los damnificados de Bahía Blanca, confirmando una vez más el espíritu solidario que ha marcado la historia de esta institución.
La UMaza cuenta con un activo cuerpo de voluntarios, conformado por estudiantes, docentes e integrantes de la institución.
Desde hace varios años lleva adelante campañas permanentes de donación de sangre, de donación de leche materna, participan en eventos y programas de ayuda. Todo ello es muestra fehaciente de la voluntad que han caracterizado a la dirigencia de la Universidad Maza de liderar iniciativas de carácter solidario.
Inspirada y guiada por el cuarto objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) "Educación de calidad", que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas, promoviendo oportunidades de aprendizaje durante toda la vida, la Comunidad Filantrópica de la UMaza se fortalece, sustentada en la generosidad de sus integrantes.
Impulsando la Ley de Mecenazgo
Por otra parte, la Universidad Maza asumió el compromiso de impulsar la Ley de Mecenazgo para la provincia de Mendoza, y para ello ha realizado convocatorias donde reunió a destacados representantes de diferentes ámbitos, públicos y privados.
El objetivo es avanzar en el proyecto de ley que permitirá que el sector privado cuente con un incentivo para apoyar económicamente programas y proyectos de instituciones educativas y culturales.
“El rol de los filántropos, benefactores o donantes es imprescindible para el desarrollo e impulso de proyectos educativos, por eso es importante que ellos cuenten con algún incentivo cuando realizan donaciones”, explicó Laura Horta.
A lo largo de la historia, las instituciones educativas dependían en gran medida de donaciones de personas en buena posición que financiaban sus actividades. Con el correr del tiempo, el mecenazgo ha continuado y evolucionado, siendo el sector privado un gran contribuyente de becas, programas de investigación y mejoras en infraestructura en universidades.
Ni en Argentina ni en Mendoza existe una Ley Nacional de Mecenazgo.
Si bien existen varios proyectos de ley e iniciativas en la Legislatura Provincial que buscan unir al sector público con el privado en pos de la cultura ninguno ha prosperado.
Este abordaje es más amplio y abarcativo, ya que no solo es en apoyo de la cultura sino también de la educación.
Para contextualizar y entender la importancia de contar con una norma en Mendoza, basta con analizar la situación nacional. En las universidades públicas de gestión privada más prestigiosas del país un alto porcentaje de estudiantes recibe ayuda en becas que proviene de donantes. Incluso, en universidades públicas también existen programas de incentivación inspiradas en el mecenazgo y en la filantropía universitaria.
Círculo virtuoso
La Universidad Maza fue fundada el 4 de mayo de 1960 por un grupo de profesores que conformaron una institución sin fines de lucro y su único ingreso provenía de la cuota de los estudiantes. Desde entonces, esta institución ha ido creciendo con esfuerzo sostenido y también con altibajos por las diferentes circunstancias del país.
“El compromiso y la prioridad ha sido siempre con los estudiantes, ofreciéndoles mejores oportunidades y condiciones de formación”, afirmó el rector. “El estudiante es el futuro profesional que volcará su saber en una mejor calidad de servicios que impactarán en las empresas en las que trabajen y en la sociedad en la que ejerzan”.
Hoy, la UMaza ofrece 48 carreras, tiene una matrícula de 8000 estudiantes y cuenta con ofertas únicas en la provincia, como Veterinaria, Bioquímica y Agrimensura.
La Universidad también ofrece sus servicios a las empresas que colaboran con sus proyectos y la consecución de sus objetivos: desde becas para empleados, finalidad educativa, servicios de salud, centro de capacitación y oficios, entre otros beneficios.