

Entre maderas nobles, retazos de tela y una profunda comprensión de la infancia, María Julia Sabez dio vida a un sueño: Wipalala Juguetes Naturales, una propuesta mendocina que va mucho más allá del juego. Psicóloga, docente y terapeuta familiar, fundó en 2017 este proyecto con alma artesanal y corazón comunitario. Cada juguete está pensado para acompañar el desarrollo integral de niños y niñas, respetando sus tiempos, cuidando el ambiente y celebrando la diversidad.
“Jugar es la principal actividad de la infancia y responde a la necesidad de mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, imaginar, aprender, expresar, comunicar, crear, soñar…”, decía la educadora española Imma Marín. Y es justamente en esa filosofía que se inspira María Julia Sabez: entender el juego como una herramienta vital para crecer.
Desde su mirada profesional —y también como madre, tía y mujer comprometida con las infancias— la psicóloga mendocina detectó que en los juguetes tradicionales había algo que no estaba bien ya que no hallaba, cuando quería comprar, juguetes que fueran verdaderamente respetuosos, libres, no sexistas y sustentables. “Buscaba propuestas diferentes para mis sobrinos, mis pacientes, mis hijos, y no las encontraba. Así fue como decidí empezar a crearlas yo misma”, cuenta quien en 2017 decidió embarcarse también como emprendedora.
Juguetes que invitan a imaginar
Fue así que, junto a Mariela Salinas, fundó su propio emprendimiento: Wipalala Juguetes Naturales. Los juguetes que crean en su taller tienen una particularidad clave: son abiertos. Vale decir que no están diseñados para cumplir una única función. No tienen instrucciones ni un único “modo de uso”. Por el contrario, invitan al niño o niña a inventar, transformar, reinterpretar. A crear sus propias reglas y mundos.
“Mientras que un juguete cerrado limita, los abiertos liberan. No dan respuestas, plantean preguntas”, dice Julia con convicción. En Wipalala, eso se traduce en piezas simples, hechas con materiales nobles —como madera, barro o tela—, sin ruidos ni luces que interrumpan la creatividad.
Por ejemplo, hay pequeñas Maderitas de distintas formas, colores y texturas: “Son retazos cuidadosamente lijados y pintados con productos no tóxicos, seguros si se llevan a la boca, y tan duraderos que cuando ya no se usan, vuelven a la tierra”, explica. También hay Pelotas Nudo para bebés que están aprendiendo a sujetar objetos, con formas que favorecen el agarre y no ruedan lejos, evitando frustraciones y posibles golpes.
Otro de los favoritos son los Adobitos, ladrillitos de barro que los niños pueden usar para construir lo que imaginen, o el Telar, una herramienta que enseña paciencia, motricidad y planificación. Cada propuesta está pensada según la etapa evolutiva, el ritmo y la curiosidad de quienes la usan.
Una propuesta con sentido y raíces
Además de su formación en psicología y educación, Sabez se apoya en una red de profesionales que acompañan el desarrollo de sus juguetes. Una de ellas es Natalia Ziperovich, docente especializada en desarrollo infantil temprano.
“El juego es estructurante del psiquismo infantil. Por eso es tan importante que existan jugueteras que piensen con profundidad cada creación, respetando los procesos reales de cada infancia y evitando la sobreestimulación que muchas veces imponen los juguetes industriales”, destaca en este punto Ziperovich.
Wipalala no es sólo una juguetería: es una declaración de principios. Promueve una infancia conectada con la naturaleza, con otros seres humanos y con su propio deseo de explorar. Cada creación nace desde la conciencia ambiental, el enfoque de género y la economía solidaria. No se trata sólo de vender, sino de tejer redes y llegar a los más pequeños desde el amor y el respeto.
“Así como en la naturaleza todos los colores y los seres son importantes, cada persona es un arcoíris de recursos, emociones, inteligencias”, dice Julia con la ternura que la caracteriza. Esa visión integral también la lleva a colaborar con artesanos, carpinteros, luthiers y costureras locales. Entre ellos está Mariela Salinas, que es la co fundadora de Wipalala. Juntas crearon, por ejemplo, la Muñeca Embarazada que puede dar a luz por parto vaginal o cesárea, ideal para acompañar procesos familiares y trabajar temas de Educación Sexual Integral (ESI) con una mirada lúdica y respetuosa.
Resistir al plástico, volver a la tierra
En un mundo donde las infancias están cada vez más rodeadas de pantallas, juguetes ruidosos y objetos descartables, proyectos como Wipalala resultan vitales. No sólo por lo que proponen, sino por lo que cuestionan.
“Los juguetes industriales suelen dejar al niño en un rol pasivo. Ya que aprieta un botón y el juguete hace todo por él. En cambio, los nuestros invitan a explorar, a fallar, a volver a intentar. A ser protagonistas de su juego y de su mundo”, reflexiona la juguetera oriunda de San Rafael.
Así, Wipalala se consolida como una alternativa amorosa y coherente, que cree en el poder del juego para transformar realidades. Y como bien dice su creadora: “Somos una red que sueña con crecer, sumar mayor cantidad de manos, de ideas y de colores. Porque jugar es también un acto de esperanza”.
Por eso Julia Sabez, investigadora en áreas como el juego, la psicología social comunitaria, ambiental, rural y agroecológica, invita a todas aquellas personas interesadas en vincularse con una propuesta diferente a conocerla a través de su cuenta de Instagram Wipalala y de su Tienda Virtual.