

En las zonas áridas del oeste argentino, como Mendoza, San Juan y La Rioja, el viento Zonda es un fenómeno climático que se repite año a año, pasando a ser parte del calendario agrícola, dejando su marca en los cultivos.
El viento Zonda llega en forma de ráfagas secas, cálidas y en ocasiones con velocidades que superan los 70km/h, azotando con una violencia inesperada. Baja desde la cordillera con fuerza, arrastrando polvo, disminuyendo la humedad relativa hasta niveles extremos, y alterando la fisiología de las plantas en cuestión de horas. Afecta a los cultivos ya que produce la aceleración de la transpiración, cierra estomas, frena la fotosíntesis y exponiéndolos a un estrés abiótico agudo que muchas veces no se ve, pero se hace evidente en los resultados.
Este fenómeno es típico entre los meses de mayo a noviembre, especialmente entre junio y septiembre, temido por productores ya que no sólo se siente, se sufre. Para el agricultor, esto significa un enemigo climático de alta intensidad justo cuando los cultivos están en fases sensibles como: brotación, floración, cuaje y crecimiento vegetativo.
¿Qué efectos produce el Zonda?
Los efectos pueden variar según la intensidad y duración , pero entre los más frecuentes se destacan:
• Deshidratación de tejidos por transpiración forzada.
• Cierre estomático que bloquea la fotosíntesis y afecta el desarrollo.
• Caída de flores y frutos jóvenes, por estrés fisiológico o daño mecánico.
• Quemaduras en hojas y frutos, por aumento repentino de temperatura y baja humedad.
• Daños físicos como ramas quebradas, abrasión por polvo y pérdida de hojas.
• Retrasos en el ciclo fenológico, especialmente si el evento ocurre en floración o inicio de cuaje.
En viñedos, por ejemplo, puede significar una cosecha reducida o despareja. En frutales, una caída abrupta de flores compromete directamente la productividad. En hortalizas, el daño puede ser inmediato y visible, obligando a replantar o a asumir pérdidas de calidad comercial.
Como consecuencia se reduce el vigor de los cultivos, afectando el rendimiento y comprometiendo la calidad del producto final.
¿Cómo mitigar el efecto del Zonda en los cultivos?
1. Bioestimulación preventiva:prepara fisiológicamente a las plantas para resistir el estrés.
2. Riego estratégico: asegurar un buen nivel de humedad en el suelo antes del evento ayuda a que las plantas transpiren de forma más eficiente y sufran menos.
3. Coberturas vegetales: conservan la humedad del suelo y disminuyen el golpe térmico en raíces, ayudan a reducir la pérdida de agua por evaporación.
4. Cortinas o barreras rompevientos: disminuyen la velocidad del viento y protegen hojas, flores y frutos de daños mecánicos.
5. Monitoreo y alerta temprana: Estar atentos a los avisos meteorológicos de Zonda. Usar herramientas de monitoreo climático locales (como estaciones agrometeorológicas) para programar riegos y aplicaciones con anticipación.
Bioestimulantes, una defensa activa frente al estrés
Frente a este escenario, el uso de bioestimulantes, especialmente aquellos formulados a base de aminoácidos y compuestos fenólicos (como polifenoles), se convierten en una estrategia clave para anticiparse y reducir el impacto negativo del Zonda, provocando la resiliencia fisiológica de los cultivos.
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