El agro mundial entra en 2026 atravesado por una combinación decisiva de tecnología, presión climática y necesidad de eficiencia. Automatización, inteligencia artificial, agricultura de precisión y sustentabilidad dejaron de ser conceptos de futuro para convertirse en condiciones básicas de competitividad. En regiones como Mendoza y todo Cuyo, donde el agua, la mano de obra y los costos productivos son variables críticas, estas tendencias globales no solo impactarán sino que pueden redefinir el modelo productivo.
Estas son las cinco grandes tendencias:
A nivel global, la automatización agrícola avanza con fuerza. Tractores autónomos, robots de desmalezado con visión artificial y sistemas de pulverización inteligente ya se utilizan en grandes explotaciones de Estados Unidos, Europa y Asia. Según Markets and Markets, el mercado global de agricultura digital superará los USD 24.000 millones en 2026, impulsado por IA, sensores y plataformas integradas.
En Mendoza, esta tendencia cobra especial relevancia por la escasez estructural de mano de obra rural y el aumento de los costos laborales. La automatización permite sostener niveles productivos sin depender exclusivamente del factor humano, especialmente en tareas repetitivas como raleo, cosecha asistida o control de malezas.
“La automatización ya no es sólo para grandes productores. Hoy vemos interés real de fincas medianas de todo Cuyo que buscan robots, sensores o maquinaria inteligente para ganar eficiencia y previsibilidad”, señala Lucas Gilbert, gerente de Agrocosecha.
La agricultura de precisión se consolidará como uno de los pilares en 2026. El uso de GPS, imágenes satelitales, sensores de suelo y análisis de datos permite aplicar agua, fertilizantes y fitosanitarios solo donde y cuando se necesitan. Esto reduce costos y minimiza el impacto ambiental.
Para Mendoza, donde el agua es el principal limitante productivo, esta tendencia es estratégica. Estudios regionales muestran que la aplicación de riego de precisión puede reducir el consumo hídrico entre 20% y 40%, manteniendo o incluso mejorando los rindes.
“En una provincia como la nuestra, la eficiencia hídrica no es una ventaja competitiva: es una condición de supervivencia. La tecnología hoy permite medir, anticipar y decidir mejor”, explica Gilbert.
La presión de los mercados internacionales acelera la adopción de prácticas sustentables. En 2026, la trazabilidad ambiental, el uso de biocontroladores, bioinsumos y prácticas regenerativas será cada vez más exigida por importadores y consumidores.
En la vitivinicultura, la fruticultura y el sector hortícola cuyano, la adopción de técnicas regenerativas -como mejora de suelos, reducción de químicos y manejo integrado de plagas- ya no es sólo una decisión ética, sino también comercial.
“Los compradores externos empiezan a preguntar cómo se produce, no sólo cuánto se produce. La sustentabilidad pasó a ser parte del negocio”, advierte el gerente de Agrocosecha.
Otra tendencia fuerte es el pasaje de herramientas aisladas a plataformas integradas de gestión agrícola. En lugar de usar múltiples soluciones desconectadas, los productores adoptan sistemas que integran datos de clima, suelo, maquinaria, cultivos y mercados en un solo entorno digital.
Estas plataformas, potenciadas por IA, ofrecen recomendaciones en tiempo real: cuándo sembrar, cuánto regar, cómo optimizar costos o incluso cuándo vender. Para productores de Cuyo, esto significa mayor capacidad de planificación en un contexto de alta volatilidad climática y económica.
“El productor que toma decisiones con datos tiene una ventaja enorme frente al que sigue trabajando solo por intuición”, resume Gilbert.
El escenario global muestra un cambio en la lógica de oferta de maquinaria agrícola. Para 2026 se observa un mercado más ordenado y planificado, con menor disponibilidad inmediata y mayor importancia de la anticipación en las decisiones de compra.
Este contexto refuerza la necesidad de pensar la inversión en tecnología como parte de una estrategia productiva de mediano plazo, más que como una respuesta coyuntural. La planificación del recambio de maquinaria y el acceso a esquemas financieros adecuados se vuelven claves para ganar previsibilidad y eficiencia.
Al mismo tiempo, crecen instrumentos financieros alternativos -como CRA, LCA y esquemas mixtos de financiamiento- que permiten reducir la dependencia del crédito tradicional. En Argentina, estas herramientas pueden ser decisivas para sostener la inversión en tecnología pese a las restricciones macroeconómicas.
Un desafío y una oportunidad para Cuyo
Las tendencias globales del agro hacia 2026 plantean un escenario exigente, pero lleno de oportunidades para Mendoza y la región de Cuyo. Tecnología, eficiencia y sustentabilidad ya no son opcionales: son el nuevo piso de competitividad.
“El agro cuyano tiene conocimiento, tradición y adaptación. Si logra incorporar tecnología de forma inteligente, puede posicionarse muy bien en el escenario que viene”, concluye Lucas Gilbert.
En un contexto de cambio climático, presión de costos y mercados más exigentes, el futuro del agro no se juega sólo en la tierra, sino también en los datos, la innovación y la capacidad de anticiparse.