En Potrerillos, Mendoza, existe un proyecto que lleva el sello de bodega Foster Lorca y surgió en 2019 de una broma entre su actual responsable, Gonzalo Capelli, y un grupo de amigos con los que bucea.
Desde aquel chiste hasta hoy, el proyecto se profesionalizó. Para eso debieron buscar referencias cercanas: “Como dato lindo, no encontramos ninguna experiencia en lagos ni en Mendoza. Había un proyecto en el Atuel, no sé en qué habrá quedado, pero en Potrerillos no había nada. Todo lo que pudimos encontrar son estibas hechas en mar. Esto también es otro concepto, porque el agua dulce es menos agresiva que la salada. Otro condimento es que el lago está en la altura, por lo que tiene más presión que a nivel cero, donde está el mar”.
Con respecto a los resultados, en Foster Lorca están contentos. Capelli explica: “Buscamos llevar vinos recién accionados. En este período cortísimo de tiempo, encontramos en los vinos una evolución muy armónica y mucho más rápida, que le genera esa complejidad y esa redondez, pero no es que cambia de categoría. No ocurre una alquimia abajo del agua. Cada vez que voy a dejar algo en estiba en profundidad, dejo la contramuestra. Probamos la muestra de estiba normal contra la estiba submarina. Venimos haciendo pequeñas pruebas que están funcionando. Hoy tenemos muchos más vinos y opciones, aunque todavía no los resultados finales”.
Actualmente Foster Lorca trabaja una línea con Petit Verdot. “Vamos a hacer Petit Verdot hundido. También dejamos algunos espumantes, para una prueba que me parece simpatiquísima. Son micropartidas muy pequeñas. No puede ser una línea constante y permanente porque no es fácil; hoy yo no me la imagino, tendría que dedicarme full time a eso. Así como empezó a partir de algo divertido, puede pasar a ser un trabajo. Actualmente tenemos entre 30 y 40 botellas hundidas”, explica el entrevistado.
A futuro, Capelli cree que se puede generar una experiencia integral, que combine actividades turísticas con la sumersión de vinos, y que pueda ser aprovechada por las distintas bodegas mendocinas.
“Una de las ideas es vender la experiencia de que vos puedas sacar tu botella de abajo del agua. Otro de los proyectos es que cada bodega pueda tener su estiba y jugar con esa magia, con esos momentos especiales, que son parte del alma del vino. Se puede armar hasta algo para ir, comer un asado en el dique y que vos bajes. Se puede generar un momento distinto”, proyecta.
La idea tiene la potencialidad de ser un trabajo en alianza. “Se puede buscar sinergia con las distintas bodegas. Como mendocino, quiero que sea un anexo. Algo simpático. Es unir el río con el lago, la tierra con el agua que regó las uvas. Unir eso es lo que tiene de atractivo el proyecto”, cierra.
En sociedad
Mauricio Lorca compartió algunas de sus novedades en referencia a vitivinicultura, junto a la degustación del menú de verano del restaurante de la bodega, en Perdriel, Lujan de Cuyo.
Como una conversación entre amigos, Mauricio Lorca -enólogo y propietario del proyecto- inició el viaje de sabores que partió desde España, en la región de Galicia, donde el enólogo ha comenzado a desarrollar vinos, luego de un flechazo total con esa tierra. De sabor particular, el secreto detrás de la originalidad de los vinos, en palabras del enólogo, se da gracias al trabajo desde el terroir a la botella, respetar la uva para traducir en vino las características fértiles del terreno empedrado. Camino Empedrado y Viña Peón fueron los seleccionados para llenar las copas, con características totalmente diferentes entre uno y otro.
En una segunda escala, los asistentes tuvieron la oportunidad de probar vinos de estiba Subacuática. La experiencia consistió en la comparación de dos vinos de la misma línea y añada- Gran Petit Verdot 2017-, pero con diferente estiba: una bajo el agua y la otra tradicional en bodega.
En el marco de sus pilares de innovación y calidad, la bodega sumergió una cantidad determinada de botellas, con el fin de experimentar el efecto de la presión del agua y la temperatura sobre la evolución del vino, obteniendo resultados inimaginables en cuanto al sabor y los aromas expresados por el varietal. Los vinos fueron sumergidos a una profundidad de 17m en el dique Potrerillos y retirados a una profundidad de 12m a 14m dada la alteración del nivel del agua.
La jornada finalizó con la degustación del menú de cinco pasos de la bodega, a cargo de Matias Castejón y Agustín Roldán, que maridan cada plato con diferentes vinos para complementar la experiencia de sabores. El ambiente relajado se pudo disfrutar, con vistas al Cordón del Plata y a las viñas de la bodega, plenas de frutos en esta época del año, próximos a celebrar la vendimia.