Un viaje por las callecitas de Florencia en 2016 encendió la chispa de un sueño gastronómico: la primera focacceria al estilo toscano de Mendoza. Inspirados en el icónico All’Antico Vinaio, los hermanos Juan José, Juan Manuel y Juan Pablo Jalil, junto al chef Javier Bustamante, crearon Bravissimo, un espacio donde la tradición italiana, la calidad premium y una experiencia sensorial completa convergen en cada bocado.
La búsqueda del lugar perfecto terminó en una esquina privilegiada de la Quinta Sección de Ciudad: Olascoaga y Martín Zapata. Con una planta baja de más de 100 metros cuadrados y capacidad para 70 personas, la apertura está pensada para el próximo mes de mayo. Frente al local hay una plazoleta que invita a disfrutar de una comida al aire libre, reforzando el concepto de experiencia gastronómica sin ataduras.
Con un enfoque en la schiacciata toscana, Bravissimo combina producto artesanal, identidad visual y un ambiente pensado para disfrutar sin apuros. Su carta incluye focaccias, bebidas seleccionadas, café de especialidad y postres con acento italiano.
De Florencia a Mendoza
Si bien el mundo conoce y ama la focaccia tradicional, Bravissimo apuesta por su prima: la schiacciata toscana. Este pan de alta hidratación, fermentado durante 24 horas, más fino y crujiente que la focaccia clásica, se convierte en el lienzo perfecto para una combinación de ingredientes audaces y frescos.
Bajo la premisa de “cantidad y calidad”, la carta presentará entre 8 y 10 variedades de sándwiches, con opciones vegetarianas y veganas. Las combinaciones están pensadas para sorprender: desde una barbacoa de damascos hasta chutney de higos, anchoas y alcaparras, cada opción promete ser una explosión de sabores. Además, el equipo trabaja en versiones sin gluten para ampliar su alcance.
El restaurante extenderá su propuesta a lo largo del día con desayunos y meriendas, que incluyen cafetería de especialidad, tostón con palta y huevo, medialunas y opciones italianas como la sfogliatella.
Para el almuerzo y la cena, la carta ofrecerá platitos con impronta italiana: arancini de hongos con mermelada de pimientos o polpetines de cordero con pomodoro, entre otros. Se trabajará con productores locales y materia prima fresca para priorizar la calidad.
El local también rendirá homenaje a los clásicos, como el pingüino de vino de la casa y el tradicional sifón de medio litro, en una fusión entre lo mejor de Italia y el espíritu local. “No venimos a alimentar, venimos a enamorar, a hacer que se te haga focaccia la boca”, adelantan sus fundadores.