sábado 18 de mayo de 2024 - Edición Nº5157
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Vinos | 2 may 2024

Cómo es "Universo Paralelo", la nueva marca de Bodegas López que apunta a la exploración y la creatividad

De la mano de Juan Pablo Díaz, enólogo de Bodegas López, e Ignacio Pasman, quinta generación de la familia que lidera la bodega, nace Universo Paralelo, una marca bajo el ala de López, pero con una identidad novedosa y distintiva.


De la mano de Juan Pablo Díaz, enólogo de Bodegas López, e Ignacio Pasman, quinta generación de la familia que lidera la bodega, nace Universo Paralelo, una marca bajo el ala de López, pero con una identidad novedosa y distintiva.

“El proyecto nace a partir de la investigación de parcelas que veníamos haciendo en los viñedos de Bodegas López”, explica Díaz. “Cada vez nos íbamos metiendo en parcelas más chicas hasta llegar a determinar hileras o microparcelas que daban una calidad superior”.

“Probábamos elasticidad del varietal, zonas, fermentaciones, co-fermentaciones, microvinificaciones, diferentes crianzas y estaban saliendo cosas muy lindas”, agrega Pasman. “Armamos una reunión con Eduardo (López Laurenz, director ejecutivo de la bodega), presentamos un poco nuestra idea y Eduardo dijo ‘perfecto, está buenísimo, denle un marco formal y ocúpense y preocúpense ustedes’. Así nace Universo Paralelo”: 

La etiqueta del proyecto, un conejo en el marco de un viñedo, es un guiño al libro Alicia en el País de las Maravillas y a su historia basada en la exploración de mundos imaginarios y maravillosos. “Creemos que es una puerta infinita. Es donde nosotros nos permitimos jugar y hacer algo que nos representa. Se abrió este nuevo Universo Paralelo donde están los mismos actores pero las realidades tienen otra estructura”, apunta Pasman. 

Los vinos de Universo Paralelo se basan en Cabernet Sauvignon, Malbec y Chenin Blanc de Agrelo, y Sangiovese de Lunlunta. En el caso de los tres tintos sólo se elaboraron menos de 18.000 botellas de 750ml y 50 botellas magnum.

La vinificación está apuntada a acompañar de la mejor manera la expresión de cada varietal y de cada zona. Así, en el Sangiovese se cuidó de manera extrema la extracción de taninos, mojando suavemente el sombrero en la etapa de fermentación sin seguir haciendo remontaje ni pisoneo para no ceder taninos agresivos.

En el Cabernet Sauvignon y el Malbec, mientras tanto, se buscó proteger los taninos suaves y pulidos que genera el suelo con alto contenido de arcilla del viñedo del cual provienen. Y, finalmente, en el Chenin Blanc se realizó una guarda sobre lías finas en barricas especialmente seleccionadas para que la madera no transmita taninos al vino, con battonage para mantener las lías en suspensión y brindar cremosidad. 

La elección de las barricas tuvo especial atención, no sólo en el caso del Chenin Blanc. “Lo que hicimos fue seleccionar dos marcas diferentes, dos bosques diferentes y dos dimensiones diferentes: 225 y 500 litros. Cada una aporta algo diferente, tenés como un movimiento, capas según lo que le aporta cada madera y volumen de madera”, explica Pasman. 

“Meter todo el varietal a un solo perfil de barrica, a un solo tipo de tostado, era desvirtuar todo lo que esa zona podía llegar o todo lo que el varietal tiene como potencial”, agrega Díaz. “El mismo vino, en todas las barricas, se expresa de manera diferente porque lo que hace justamente es cada barrica expresar algo diferente del vino. En las de roble de Alliers, por ejemplo, potenciamos verticalidad y tanino, se levanta una fruta muy fresca. Y las de Jura dan mucho más centro de boca, un vino más voluminoso, con taninos más pulidos. De esa manera llegamos a un varietal que tiene más complejidad”.  Fuente: Asociación Argentina de Sommeliers

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