sábado 15 de febrero de 2025 - Edición Nº5430
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Empresas Y Negocios | 31 jul 2024

Informe del IERAL: ¿está Mendoza preparada para una nueva economía?

Hay tres puntos a destacar: el posible nuevo contexto, la dinámica de los sectores que marcan una diferencia regional en Mendoza, y el RIGI.


Todavía estamos en tiempos de transición. Pero, ¿qué ocurriría si la actual política económica, con sus vaivenes, tuviese éxito, logrando bajar la inflación a un mínimo, entrando en un periodo de estabilidad y con mayor actividad privada? Es probable que haya sectores económicos mejor posicionados que otros en este nuevo contexto económico. ¿Mejor para Mendoza? Este es el planteo del presente.

Hay tres puntos a destacar: el posible nuevo contexto, la dinámica de los sectores que marcan una diferencia regional en Mendoza, y el RIGI, según el informe de coyuntura del IERAL.

Si la economía argentina se estabiliza en precios a mediano plazo, es posible que el dólar resulte aun más barato, o sea, tendríamos mayores costos en dólares en Argentina. Por otra parte, con mejores finanzas gubernamentales, se esperaría un menor riesgo país y con mayor financiamiento para el sector privado, y posiblemente mayor apertura económica y desregulación.

En ese contexto, los sectores económicos más favorecidos serían los intensivos en capital, como el energético, minero, petrolero y financiero. También se verían favorecidos los servicios “no importables” como educación y salud privada, y la construcción privada, al haber un fuerte incremento en créditos hipotecarios. En los 90s se observó un mejor desempeño en dichos sectores.

En cambio, entre los sectores más complicados, estarían los “atados al dólar”, como los sustitutos de importaciones, como una buena parte de la industria, en especial aquella que no es de base agropecuaria. También afectaría más al agro más intensivo en mano de obra. En este caso, es posible un proceso creciente en su mecanización.

El caso de la industria del vino fue especial, porque venía con una preocupante tendencia decreciente en su consumo interno, por lo cual, aun en un periodo de dólar barato, debió abrirse camino a los mercados externos, y que luego pudo aprovechar más en la década siguiente cuando el dólar voló. Actualmente, enfrenta ahora un mercado mundial estancado, pero con oportunidades al vender vinos competitivos con
buenos precios.

Así pasamos al segundo punto, porque a dos sectores que diferencian a Mendoza no presentan perspectivas de auge. Los vinos enfrentan un mundo más competitivo, mientras que el petróleo viene en caída, con dificultades para una futura recuperación.

Por último, el RIGI está pensado para algunos sectores y para proyectos de inversión que superan los usd 200 millones. Está más pensado para minería (todavía muy restringido en nuestr provincia) y el petróleo. Es decir, para Mendoza no será sencillo poder aprovechar este régimen.

Finalizando, si llega a estabilizarse la economía, los sectores productivos de la provincia enfrentarán nuevos desafíos. Será crucial mejorar la productividad y reducir costos no salariales, con un rol importante de los gobiernos en la reducción de impuestos y trámites a través de políticas desregulatorias.

Sectores en un posible nuevo contexto

Si el plan económico en ejecución tuviese éxito en el mediano plazo, se explicitaría con una menor inflación. Si eso se cumple, habrá menor demanda por dólares, y quizá mayor oferta por entrada de capitales, lo cual se traduce en un dólar más barato y, por ende, mayor costo argentino en esa moneda.

Por otra parte, al mejorar las finanzas del gobierno nacional, podría esperarse un menor riesgo país (menores tasas en dólares), y mayor financiamiento. No está claro si habría mayor apertura económica. Y se agregarían dos puntos adicionales: el RIGI y la desregulación.

Si tuviésemos que tomar otro periodo como referencia, podría considerarse los 90s. Por lo tanto, analizaremos qué sectores económicos se verán más favorecidos o más complicados, teniendo en cuenta la experiencia de aquellos años.

Sectores mejor posicionados

En ese contexto, ¿qué sectores se verían más favorecidos? En téminos globales, estarían aquellos más intensivos en capital. Un dólar más barato implicaría un mayor costo laboral, y se combinaría con la apertura, que permitiría el ingreso de equipos importados. También se vería reforzado al haber más crédito y menor riesgo país.

Siendo así, entre los sectores favorecidos, estarían los energéticos (también beneficiados con mejoras tarifarias), los mineros y petroleros, y también el financiero.

Otro punto es que se elevaría el poder de compra de los argentinos. Y se beneficiarían aquellos que ofrecen servicios “no importables”, como educación y salud privada. También la construcción privada.

Con esas ideas, a continuación se tomará en cuenta la experiencia de los 90s, para analizar de aquellos sectores mencionados con mejor desempeño, y determinar los factores claves en su performance. Lo relevante es si estos factores pueden aparecer en un futuro próximo (ante un nuevo escenario económico).

Sector financiero: un elemento relevante fue la evolución de los depósitos privados, que constituyen la “materia prima” de los bancos, es decir, son los fondos con los que cuenta para prestar.

En 1990, esos depósitos estaban en un mínimo (2% del PBI), luego de la hiperinflación y del Plan Bonex. En 1994 se había cuadruplicado y en el 2000 constituían el 21% del PBI. Casi dos tercios estaban en dólares.

Los factores claves que generaron ese crecimiento de los depósitos fueron la abrupta caída de la inflación, las tasas reales positivas y la opción de depositar en dólares.

Además, el sector financiero se vio beneficiado con la aparición de las AFJPs, ampliando el mercado de capitales.

¿Pueden repetirse esos factores en el futuro? Es posible, pero de manera mucho más lenta que la observada en aquellos años. Aunque en baja, la inflación continúa alta.

Las tasas de interés de los plazos fijos siguen por debajo de la inflación. Se mantiene la brecha en dólares. Y desaparecieron las AFJPs.

Construcción: en este sector, hay un grupo importante que son aquellos que construyen su vivienda utilizando créditos hipotecarios. Estos se incrementaron notoriamente durante los 90s. En el año 2000, los créditos al sector privado representaban el 19% del PBI (bajo en comparación a otros países, pero al partir de una cifra muy baja, su crecimiento fue notorio), de los cuales la cuarta parte eran hipotecarios.

Los factores claves fueron el importante incremento de los depósitos en bancos. Además, al ser baja la inflación, no había tanta necesidad de indexación, aunque los hubo en dólares. Todo eso en un contexto en que los salarios, netos de inflación, crecían.

¿Puede repetirse en el futuro? Idem el punto anterior; es posible, pero más lentamente que en los 90s. Claramente, todavía hay temor por ahorrar en bancos (corralito, corralón, tasas menores a la inflación). Habiendo todavía inflación, los créditos UVA suenan razonables, pero la experiencia del 2018 en adelante ha generado temor a los tomadores de esos préstamos. El problema está, no en el UVA, sino en que los salarios se han rezagado con respecto a la inflación, elevando la carga del repago de los créditos.

• Servicios públicos (electricidad y gas): hubieron varios elementos importantes. Hubo recuperación tarifaria (en el gráfico se observa que sus precios aumentaron más que el promedio) y con inflación en sus mínimos, no perdían valor en el tiempo. Además, hubo todo un proceso de privatizaciones, y un nuevo régimen de estos servicios que favorecieron una mayor producción.

¿Pueden repetirse esos factores en el tiempo? Estamos actualmente en un proceso de reajuste tarifario, pero habiendo inflación alta, ese reajuste deberá mantenerse por un buen tiempo. Además, los regímenes de esos servicios fueron modificados para peor, lo cual no promueve por ahora las inversiones privadas en ese sector.

Sectores más complicados

Si el dólar pasa a estar más barato (al rezagarse con respecto a la inflación), los sectores que estarían más complicados serían aquellos que están más atados a esa moneda (los denominados “sectores transables”).

Un primer sector serían los sustitutos de importaciones, los cuales además sienten la amenaza de la apertura económica. En este grupo, se hallan varias industrias, especialmente las que no son de base agropecuaria. 

Otro sector son los más intensivos en mano de obra, especialmente el agro “no pampeano”, especialmente el vinculado a frutas, que requiere gran número de cosechadores. 

En la primera parte de los 90s hubo un incremento en las exportaciones de productos agrícolas mendocinos, tanto aquellos sin elaborar como los industrializados. En parte, por las compras brasileras. En la segunda parte, se fue complicando, especialmente con las crisis en otros países, que se traducía en menores precios internacionales, y peor con la fuerte devaluación de Brasil en 1999, que hizo muy caro a nuestro país.

¿Puede repetirse en un futuro una recuperación agrícola? Suena difícil, y no sólo por los altos costos argentinos. Cada vez hay menor superficie agrícola, y en parte, ha sido captada por la expansión de la urbe. Además, se ha complicado la escasez hídrica, posiblemente influido por el cambio climático. 

Un punto llamativo es que en ese periodo con altos costos en dólares, hubo un incremento fuerte en la extracción petrolera en nuestra provincia. Esto implicó que pesó más el ser un sector intensivo en capital, que se tradujo en mayores inversiones (más pozos). Pero, similar al punto anterior, con las crisis en otros países a partir de 1997, el precio del petróleo se derrumbó y se redujo su producción en Mendoza.

¿Puede repetirse en un futuro? Por ahora, los pronósticos son negativos. La Cuenca Norte se la considera como una madura, con bajísimos rendimientos. La empresa líder en el país está abandonando esta zona, y se espera que entren nuevos actores. Aun así, difícil de creer que habrá un repunte extraordinario en esa zona. La Cuenca Sur  tiene mayor potencial, una parte de Vaca Muerta se halla en esa zona. Sin embargo, suena difícil competir con Neuquén, que tiene un gran cluster de empresas de servicios petroleros. La empresa líder ha apostado a realizar inversiones en aquella jurisdicción.

Otro sector a analizar es el turismo. Llamativamente, en un país que se encareció en dólares durante los 90s, se observó una entrada creciente de turistas que visitaban nuestro país. Aunque era cara para EEUU, no lo era tanto con respecto a Brasil. Esto posiblemente haya beneficiado más a la Ciudad de Buenos Aires, y no tanto a Mendoza, que todavía no contaba con vuelos directos a ciudades brasileras. Con la crisis carioca en 1999, cambió la tendencia en el turismo receptivo, que disminuyó.

¿Puede repetirse una expansión en el futuro? En parte, estará complicado por el dólar barato. A favor, está la posibilidad de la desregulación aérea que se está propiciando desde la Nación, lo cual puede abaratar, para los extranjeros, el llegar a Mendoza.

Además, con los tiempos, se ha ido desarrollando una infraestructura turística interesante, con un buen desarrollo del enoturismo.

Hemos dejado para el final el caso emblemático de la industria del vino. Antes de los 90s, el sector venía padeciendo una tendencia decreciente en el consumo de vinos.

Una primera solución fuerte, aplicada en los 80s fue la erradicación de vides, disminuyendo indirectamente así la oferta de vinos. Una segunda solución fue intentar abrirse camino en el mercado externo. En 1995, hubo escasez de vinos en España y otros países, y se descubrieron los vinos argentinos, con una fuerte exportación. En ese año fue de vinos comunes, y posteriormente lo hicieron con vinos finos. Es decir, aunque fue un periodo de dólar barato, comenzaron a exportar, principalmente para enfrentar el menor consumo interno.

¿Puede repetirse una expansión así en el futuro? El panorama vitivinícola ha cambiado en los últimos quince años. Mientras que los 90s y los 00s aumentaba el consumo mundial de vinos, luego se estancó luego de la crisis financiera internacional. Aun así, seguía creciendo la importación mundial de vinos, pero en los últimos años se ha estancado. Se puede resumir que ahora se consume menos vinos, pero de mayores precios. Es difícil elevar los volúmenes exportados, pero sí se puede mejorar en precios. En este punto se aclara que Mendoza produce vinos que compiten con los europeos y de otros países.

Comentarios finales

¿Qué puede ocurrir en el futuro en nuestro país? Difícil de preverlo, conocido nuestro historial. Lo presentado en este informe es un planteo de cómo prepararse ante un nuevo contexto, que tiene alguna chance de cumplirse.

Si la economía se estabiliza, el dólar oficial podría terminar estando más barato, al rezagarse con respecto a la inflación. Esto implica costos argentinos más altos en dólares. En ese sentido, se verían favorecidos los sectores más intensivos en capital (tendrían menores costos unitarios) y los que proveen servicios “no importables”.

También la construcción, si resurge el crédito. Más complicados estarían aquellos más atados al dólar, tanto sustitutos de importación como los exportables.

Un planteo relevante está referido a los sectores que marcan una diferencia con respecto a otras provincias. Mendoza se diferencia por los vinos y por el petróleo. En el primer caso, el panorama es el de un mercado maduro, cuyo consumo mundial no crece. Se puede mejorar vía calidad, logrando mejores precios. En el segundo caso, es difícil esperar grandes inversiones para lograr revertir la tendencia decreciente en la extracción petrolera. Es decir, pareciera que Mendoza no cuenta por ahora con un factor diferencial que permita crecer a un ritmo superior al promedio nacional.

Otro punto está referido al RIGI, un régimen para grandes inversiones, con beneficios cambiarios e impositivos. Dos condiciones claves son los sectores que pueden acceder a ese régimen y el monto mínimo de los proyectos (usd 200 millones). En pocas palabras, es un mecanismo más preparado para la minería (que por ahora sigue restringida en nuestra provincia) y para el petróleo (con pocas probabilidades de una fuerte inversión en Mendoza). Es decir, no parece que pueda beneficiarse sustancialmente con el RIGI.

Desde una perspectiva privada, hay un desafío de cómo enfrentar esa situación. Habrá que pensar en estrategias para ser más productivos (por ej., siendo más eficiente, incorporando tecnología y capital) y reducir costos “no salariales”. En este punto, juega un rol muy importante los gobiernos en todos los niveles. Claramente, hay que hallar maneras de bajar los impuestos (lo cual requerirá previamente disminuir el gasto público) y disminuir los costos generados por trámites. En ese sentido, estaría planteada la política desregulatoria.

Un último comentario está en la parte social. Si se cumple el nuevo escenario presentado inicialmente, con una economía estable, surge el planteo de cómo hacer más corta la transición del paso de trabajadores a sectores más productivos, y con mejores remuneraciones. No es un tema menor, porque si el régimen laboral se mantiene muy rígido, el desempleo puede ser un problema mucho mayor. La experiencia de la movilidad observada en los nuevos jóvenes brinda cierta esperanza de una mayor adaptabilidad a los nuevos cambios.

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