Vinos | 8 ago 2024
"Una vid sana y certificada garantiza calidad, menor impacto ambiental, trabajo y rentabilidad"
El ingeniero Daniel Bergamin, director técnico de Vivero Mercier Argentina, habló sobre la necesidad de trabajar la sanidad del viñedo y la importancia de avanzar en la implantación de vides certificadas.
¿Cuál es la importancia de implantar vides certificadas?
Nuestro foco está puesto en la sustentabilidad del negocio y del viñedo. Para poder garantizar la estabilidad de la producción en el tiempo y la calidad es necesario recurrir a materiales genéticos de calidad, reconocidos y a su vez con un nivel de sanidad adecuado.
¿De qué hablamos cuando hablamos de sanidad?
Estamos hablando de problemas que, una vez que entraron al viñedo, no salen más. Me refiero a los virus. Cuando vos plantaste una planta que en su interior ya traía virus, eso no hay como sacarlo. La única manera de desligarse de ese problema es arrancando el viñedo y volviéndolo a plantar, por eso es tan importante.
¿Cuáles son las claves para preservar la calidad y la genuinidad de los viñedos más antiguos?
Es habitual escuchar de viñedos antiguos, de 80-100 años, y uno se pregunta cómo pueden haber llegado a esta altura produciendo viñedos. En esos casos, por un lado se ha hecho una selección natural, las plantas que estaban enfermas se van muriendo, el viticultor las va reemplazando y van sobreviviendo las que están sanas. Por otro, la labor permanente del viticultor, eligiendo, haciendo nuevas plantas, y así va preservando las que sobreviven por su condición sanitaria.
¿Cuándo uno quiere comenzar con un implantación de viñedos, hay una certificación de origen?
Nosotros en Argentina tenemos un sistema de certificación oficial que se hace a través del INASE (Instituto Nacional de Semilla), que es el que fiscaliza la producción de plantas de vid en Argentina. En Mendoza se ha implementado a través del INV también. Esto parte desde la planta madre, desde donde se saca el material tanto para plantas injertadas como para plantas de pie franco. El INASE lo que hace es chequear el estado sanitario de la planta madre para hacer la planta comercial, es decir la planta que va a llevar el viticultor a su viñedo.
Ese chequeo consiste en un test, una especie de PCR, ese mismo análisis se aplica a los viñedos para detectar si tienen virus o no tiene virus. El INASE chequea el estado sanitario de esa planta y si está sana, están dentro del programa de certificación y te autoriza a seguir mulltiplicando el material. Luego fiscaliza todo el proceso hasta que el cliente o viticultor la lleva a su viñedo
¿Tenemos en Mendoza una viticultura sostenible?
Estamos trabajando fuertemente en eso, desde muchos aspectos. Uno es la entrega de material genético sostenible. También Bodegas de Argentina tiene un protocolo de sustentabilidad que parte del viñedo en adelante.
Recientemente, Mercier elevó a Bodegas de Argentina un borrador de protocolo de sustentabilidad para que se comience a aplicar en vivero.
Vamos un eslabón más atrás para poder certificar esta sustentabilidad que tanto se busca en la actividad desde la base.
¿Qué otros aspectos abarca la sustentabilidad?
Cuando hablamos de sustentabilidad, hablamos de muchos aspectos. La parte de calidad, ambiental, la parte social y todo lo que tiene que ver con la viabilidad del negocio.
Una vid sana y certificada garantiza que en el tiempo vas a seguir produciendo la calidad que estás esperando, el volumen o la cantidad de uva que necesita el proyecto para ser viable y rentable. También asegura una estabilidad en el trabajo dentro del viñedo, de mano de obra, estamos cumpliendo con objetivos también ambientales porque una planta sana necesita menos agua por kilo de uva producida.
¿Adónde están apuntando las nuevas inversiones vitícolas?
Vivero Mercier tiene una demanda importante y tiene que ver, fundamentalmente, con la reconversión. Hay un nivel de reconversión muy alto. Entre el 70 y el 80% de los viñedos que se están implantando están vinculados a una fuerte reconversión, por el aspecto sanitario y varietal. Hay dos aspectos que han influido en la tasa de implantación. Por un lado, se han arrancado muchos viñedos que han cumplido 20-30 años desde la primera reconversión fuerte que se hizo en Argentina. Entonces, esos viñedos que uno pensaba que iban a ser para 80-100 años, hoy a los 25 años promedio se están arrancando por una situación sanitaria que conocíamos, relacionadas con el material que se plantó en esa época.
¿Ese fenómeno está relacionado con el origen de ese material?
Exactamente. A fines de los 90, principios de los 2000 hubo una fuerte inmigración de materiales que vinieron de muchos países, Francia, España, Italia, Sudáfrica, Estados Unidos. La mayoría uva tinta y el tema es que los orígenes fueron tan diversos y no había un control estricto como hay hoy. Entonces entró mucho material infectado, los que se producía acá era escaso y a su vez desconocido en su estado sanitario. Ese fenómeno hoy lo estamos pagando con la baja productividad, baja calidad y el arranque de muchos viñedos. Por otro lado, y muy importante, también está operando un fuerte cambio de preferencia en el consumo. Ahora se prefieren más las variedades blancas.